La devaluación y la inflación desenfrenada que atravesó el país durante los últimos meses dejó en estado crítico a los sectores más vulnerables de la sociedad. Esta crisis económica terminó destruyendo fuentes de trabajo, dejando a su paso deudas impagables, alimentos a costos extremadamente elevados que conllevaron a la proliferación del hambre, la desnutrición y la búsqueda de trabajo por parte de niños y adolescentes.
La pobreza alcanzó a un 51,7% de los niños y adolescentes argentinos. Este es el nivel más alto registrado en la última década, según el informe de Barómetro de Deuda Social de la Infancia de la UCA.
Los resultados se vinculan con la devaluación del 50,6% que sufrió nuestro país el año pasado, una inflación del 47,6%, el shock tarifario y la caída del empleo.
Déficit nutricional
En el caso de la alimentación, mientras un 29,3% tiene déficit en sus comidas, un 13% pasó hambre durante 2018, según los resultados del documento que destaca además que crece de manera constante la asistencia a comedores infantiles alcanzado el 35%.
El último índice de pobreza del INDEC marcó un 32% en el segundo semestre de 2018, el mismo nivel con el que comenzó en 2015 el gobierno de Cambiemos y dado este contexto el nivel de pobreza seguiría en ascenso. En el caso de la niñez el número es mayor porque se trata de una medición multidimensional, no solo en base al precio de la canasta básica.
La pérdida de puestos de trabajo incrementó el trabajo infantil en 2018
El 15% de los menores de 17 años trabaja o hace tareas domésticas intensivas, según la UCA. El segmento en el que más aumentó fue en la clase media.
El golpe que sufrió el mercado laboral por la recesión durante la segunda mitad de 2018 y la primera parte de este año tuvo una consecuencia secundaria: aumentó la cantidad de menores de 17 años que tienen que trabajar o hacer tareas domésticas intensivas. Este fenómeno afectó, especialmente, a la clase media. En los sectores más pobres, por el contrario, las cifras se mantuvieron estables.
Las últimas estadísticas de empleo reflejaron que, en 2018, se perdieron alrededor de 270.000 puestos de trabajo, según el Ministerio de Producción y Trabajo.
Los sectores más castigados son algunos de los que más trabajo generan, como el comercio mayorista y minorista, la industria manufacturera o la construcción.
Este contexto para el mercado del empleo tuvo como efecto colateral un incremento en los índices de trabajo infantil, de acuerdo al estudio realizado por el Barómetro de la Deuda Social Infantil de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El 15,5% de los niños, niñas o adolescentes menores de 17 años realizan tareas domésticas intensivas -limpiar, lavar, planchar, hacer la comida, cuidar hermanos y hacer compras, mandados, juntar agua, buscar leña- o directamente trabajan, lo que el informe reconoce como "actividades económicas", es decir que "ayuda en un trabajo a un familiar o conocido, o hacen alguna actividad por su cuenta para ganar dinero desempeñándose como empleado o aprendiz".
"El trabajo económico, también, es más probable en los adolescentes entre 14 y 17 años que entre los niños/as más pequeños entre 5 y 13 años (18,3% y 6,5%, respectivamente). Asimismo, es mayor la propensión entre los varones que entre las mujeres (11,6% y 9,8%, respectivamente)", especificó el estudio.
"Lo novedoso de este incremento reciente del trabajo infantil es que el mismo creció en estrato sociales medios no profesionales y en el interior del país. Los más afectados siguen siendo los adolescentes, las mujeres cuando se trata de trabajo doméstico y los varones cuando son labores para el mercado", apuntó, por otra parte, el Barómetro de la Deuda Social Infantil.
Las últimas cifras oficiales que publicó el Indec reflejaron un 10% de trabajo infantil entre los niños y niñas de entre 5 a 15 años "que realiza al menos una actividad productiva", mientras que entre los adolescentes de 16 y 17 años la incidencia era mayor, ya que alcanzó al 31,9% en el total del país.
Fuentes: TN y Ámbito Financiero




