Por Mónica Gómez*
En una mochila que parece un caparazón de tortuga viajan plasticolas, fichas, galletitas, gaseosas, cinta adhesiva, parlantes, libros y una energía que no se ve pero se siente. Es la que carga Sabri, trabajadora social, una de las caras visibles del proyecto EnBarriarNos, una organización comunitaria que hace más de cinco años acompaña a más de 150 niños y niñas en distintos barrios de la ciudad de Posadas.
La historia de EnBarriarNos empezó sin grandes planes, como suelen empezar las cosas importantes. Fue en plena pandemia de 2020, cuando Sabri, aún estudiante, se comunicaba por WhatsApp con las vecinas de la Chacra 145, preocupadas por cómo los chicos se estaban quedando atrás en sus trayectos escolares. Muchas familias no tenían acceso a internet, compartían un solo celular, y en muchos casos los adultos no habían terminado la escuela. Frente a este panorama, surgió la pregunta: “¿Cómo los acompañamos?”.
Y ahí arrancaron, con barbijos, alcohol en gel y muchas ganas. En burbujas pequeñas, como en las escuelas, empezaron a brindar apoyo escolar, pero pronto entendieron que estaban creando mucho más: un espacio de contención, de pertenencia y de juego. Un lugar donde las infancias se sienten esperadas, valoradas y queridas.
Hoy, ese espacio se sostiene en cinco barrios: Chacra 145, Chacra 96, Chacra 181, San Juan Evangelista y San Jorge. A veces llegan caminando, otras en colectivo, cargando todo lo necesario para hacer que cada encuentro valga la pena. “A veces te olvidás la cinta, pero otro la trae. Siempre hay alguien que sostiene. Eso es hacer comunidad”, dice Sabri.
Un trabajo sostenido en el tiempo (y en el amor)
El equipo de EnBarriarNos no se limita al acompañamiento escolar. También organizan actividades lúdicas, salidas recreativas, escuelitas de fútbol y talleres de expresión artística. Desde el juego y el arte abordan temas como el respeto, las emociones, los derechos, el cuidado del medio ambiente o la empatía.
“Para nosotros lo más importante es que los chicos puedan ser. Que tengan un lugar donde expresarse, donde puedan hablar de lo que sienten, donde se respeten sus tiempos y emociones”, explica Sabri. Y ese cuidado mutuo se nota: en los juegos, los chicos se preocupan unos por otros, se ayudan, se respetan. Se nota que ahí hay vínculo.
Uno de los momentos más duros que vivieron fue cuando una mamá se acercó llorando. Su hijo había escuchado de una maestra que no tenía sentido que se esforzara, que “nunca iba a lograr nada porque vivía en ese barrio”. El nene lo había creído. “Eso nos marcó. Nos recuerda por qué hay que cuidar lo que decimos. Los chicos tienen sueños, esperanzas. No podemos romperlos”, expresa Sabri con firmeza.
Agosto: el mes de las infancias, el mes de la comunidad
Agosto es un mes muy especial para EnBarriarNos. Es el mes de las infancias, y en los barrios, los chicos lo esperan con ilusión. Ellos saben que es su mes, que los van a agasajar, que habrá sorpresas, meriendas especiales, juegos y música.
Este año, la organización lanzó la campaña “Todo por las infancias”, una movida solidaria que combina panificados caseros hechos por vecinas del barrio con el trueque por donaciones: juguetes, golosinas, útiles escolares. Una rueda solidaria donde todos aportan lo que tienen, y lo hacen con alegría. “La idea es que todos nos comprometamos, que entendamos que el cuidado de las infancias no es solo en agosto, sino todos los días, desde el lugar que cada uno pueda”, remarca Sabri.
El objetivo es claro: celebrar con alegría, sí, pero también visibilizar derechos. Derecho a jugar, a ser escuchados, a tener una familia, a crecer con dignidad. Y sobre todo, derecho a una infancia feliz.
Familias que sostienen, barrios que abrazan
Si algo deja claro esta historia, es que EnBarriarNos no sería posible sin las familias. Son ellas quienes abren las puertas de sus casas, preparan la merienda, proponen ideas, cuidan el espacio. “Sin el acompañamiento de las familias, no podríamos sostenernos. Ellas son las que hacen posible que sigamos. Es un logro colectivo”, dice Sabri con gratitud.
Esa red es la que hace fuerte al proyecto. Porque no se trata solo de dar: se trata de estar. De mirar el mundo con los ojos de los chicos. De permitirse jugar, reír, compartir. “El gran desafío de ser niño hoy es poder serlo en una sociedad adultocéntrica. Nuestro trabajo es crear el tiempo y el espacio para que eso pase”, explica.
Un sueño que sigue creciendo
Cuando piensa en el futuro, Sabri sueña con que cada barrio tenga un lugar propio para las infancias: un espacio seguro, sostenido, permanente. Con deporte, arte, música, juego, contención. Un espacio que no dependa de la buena voluntad momentánea, sino del compromiso cotidiano.
“Las grandes transformaciones se logran en comunidad. Nadie se sostiene solo. Y nosotros lo vivimos todos los días”, repite Sabri. Y lo que se ve en EnBarriarNos es justamente eso: una comunidad que se embarra junta, que sueña junta, que crece junta.
Porque donde hay ternura, constancia y compromiso, hay infancia. Y donde hay infancia protegida, hay esperanza.
*Periodista






