La noticia sorprendió por lo simbólico de la cifra: la Forestal Tapebicuá fue vendida por apenas un dólar al grupo CIMA, según publicó Corrientes Hoy. El empresario Esteban Nofal se convirtió en el accionista mayoritario de Celulosa Argentina, asumiendo el control de la planta correntina y de sus deudas millonarias. Garantizando los 500 puestos de trabajo que actualmente están en planta.

Lo que para algunos es un salvataje, para Misiones significó otra cosa: quedarse afuera de la negociación. El grupo Da Rosa, de nuestra provincia, venía conversando con el Gobierno de Corrientes para quedarse con la planta. Eso abría la expectativa de que Tapebicuá pasara a manos locales, con una proyección de trabajo regional. Finalmente, la venta dejó a los misioneros con las manos vacías.

Más allá del golpe económico y de las ilusiones truncas, hay otra discusión que queda relegada: el impacto ambiental. La industria de la celulosa es una de las mayores emisoras de gases y contaminantes de agua en la región. Tapebicuá, además de sus pasivos financieros, arrastra un pesado pasivo ambiental que nadie menciona.

La preocupación no es lejana ni abstracta: desde la localidad correntina de Virasoro hasta el cruce con Misiones hay apenas 38 kilómetros. La cercanía hace que cualquier problema ambiental –desde emisiones hasta contaminación de cursos de agua– impacte directamente en nuestra provincia. Los nuevos dueños prometen “sostener el empleo y fortalecer la proyección” de la empresa. Tapebicuá, uno de los aserraderos más grandes del país y actualmente está totalmente paralizado. Sus trabajadores fueron suspendidos y acumula una deuda cercana a los 200 millones de dólares, dejando a la planta sin capital para seguir produciendo.