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El comercio posadeño atraviesa uno de los momentos más críticos de los últimos años, golpeado por la caída del consumo, el derrumbe del salario real y el efecto dominó de despidos y cierres. En ese contexto de recesión profunda, dos jugadores históricos del sector —Supermercado California y el Hiper Libertad— mantienen un silencio que inquieta a trabajadores, delegados gremiales y a toda una comunidad que siente el impacto directo de cada recorte.

Mientras crecen las denuncias por despidos, precarización y reestructuraciones, ninguna de las dos empresas informó públicamente qué medidas adoptó ni cuáles son los planes hacia adelante. Ese vacío de comunicación ocurre en un momento de extrema fragilidad social, donde cientos de familias dependen de esos empleos para sostenerse en una economía que no deja de contraerse.

Recortes, cooperativas y ausencia de respuestas

En el caso de California, la preocupación se profundizó luego de que se publicara en Misiones Opina el despido de varios trabajadores sindicalizados —que cobraban entre $900.000 y $1.000.000— al tiempo que se contratan trabajadores provenientes de una cooperativa, con salarios que rondan los $350.000. Aunque las tareas que realizan son prácticamente las mismas —reposición, limpieza, manejo de depósitos— la figura legal elegida permite abaratar costos laborales a costa de derechos básicos.

“Les cambian el nombre, pero hacen el mismo trabajo. Es precarización encubierta”, advirtieron delegados del Centro de Empleados de Comercio (CEC).
Sin embargo, pese a la polémica y al malestar que generó en los locales de Posadas, la empresa no emitió ni una sola explicación. La conducción guarda silencio, no desmiente ni confirma los cambios, y tampoco brinda información sobre los despidos denunciados.

Ese hermetismo alimenta la incertidumbre en un sector que —según datos del Indec— acumula casi un año completo de caída sostenida en ventas de alimentos y supermercados. En palabras de un referente mercantil: “Los misioneros comen menos porque pueden comprar menos. Ese es el corazón del problema”.

Chango Cáceres, el propietario formoseño que compró la cadena hace unos años atrás.

La crisis del Hiper Libertad suma tensión

En paralelo, la situación del Hiper Libertad profundiza la angustia en el comercio local. La empresa inició una reestructuración drástica: reducirá su planta a menos de un tercio, reconvertirá el hipermercado en supermercado y destinará parte del predio a alquileres comerciales. La medida impacta sobre más de un centenar de trabajadores.

El CEC informó que ya se instrumentaron retiros voluntarios —con montos del 50% o 60% de una indemnización real— y denunció presiones internas para que empleados los acepten. Aun así, la firma no emitió un comunicado oficial sobre la magnitud del ajuste ni sobre el posible cierre definitivo que se analiza si las pérdidas continúan.

“Es un salvataje. Un último intento para sobrevivir”, resumió un dirigente sindical. Pero mientras tanto, la empresa también elige callar.

Un comercio que se achica al ritmo de la recesión

La caída del consumo golpea a todos los rubros: muebles, bebidas, librerías, ferreterías, frigoríficos y hasta el histórico rubro de alimentos, que siempre era el último en resentirse. En Posadas ya hubo despidos en casas de regalos, distribuidoras, frigoríficos y locales de decoración. Se estima que más de 200 trabajadores perdieron su empleo este año entre cesantías, cierres y reestructuraciones.

A esto se suma un fenómeno agravado por las fronteras: miles de consumidores optan por comprar en Paraguay o Brasil, donde los precios resultan más convenientes. En Bernardo de Irigoyen, por ejemplo, se calcula que cerraron un 30% de los comercios.

La recesión, la pérdida de poder adquisitivo, las tarifas en aumento y la ausencia de políticas nacionales de incentivo al consumo configuran un escenario en el que las empresas responden con recortes, pero evitan explicarlos.

Silencio que duele

Con dos grandes cadenas en plena reestructuración y un comercio chico que sobrevive como puede, el silencio de California y del Hiper Libertad se vuelve un mensaje en sí mismo: genera temor, incertidumbre y desprotección.

Para los trabajadores, que ven cómo cambian las condiciones laborales sin información clara, la falta de explicaciones es tan preocupante como los despidos. Para clientes y proveedores, el deterioro visible de ambos establecimientos es un signo de alarma de una economía que se retrae más rápido de lo que las empresas pueden reaccionar.

Mientras la recesión se profundiza y la caída del consumo ya se siente en cada changuito, las cadenas más grandes de Posadas optan por no hablar. Y en tiempos de crisis, cuando cada silencio multiplica la angustia, esa ausencia de respuestas pesa tanto como cualquier decisión empresarial.