Qué cuenta 50 segundos, el documental de Fernando Báez Sosa que estrenó Netflix

Este documental reconstruye con notable claridad narrativa uno de los crímenes más perturbadores de la Argentina reciente. El título alude a los escasos cincuenta segundos en los que un ataque de un grupo de rugbiers terminó con la vida de Fernando, un joven de 18 años que veraneaba con amigos en Villa Gesell. Esa brevedad, reiterada como un leitmotiv a través de videos filmados en el lugar, funciona como un dispositivo dramático: un lapso mínimo que, como recuerda uno de los entrevistados, "cambió para siempre la vida de todos". A partir de ese instante, la serie expande su foco hacia un análisis más amplio sobre la violencia, ciertas formas de masculinidad y la responsabilidad colectiva.

Con imágenes reales y voces clave"50 segundos" reconstruye el crimen de Fernando Báez Sosa y expone tensiones sociales que aún generan debate.

Como obra audiovisual, el director Martín Rocca consigue un equilibrio certero entre información, emoción y reflexión. El eje argumental —la búsqueda de verdad, justicia y comprensión a partir de un acto brutal condensado en menos de un minuto— se sostiene gracias a un trabajo respetuoso y minucioso. No se priva de darle voz a familiares de los victimarios que deslizan comentarios urticantes. Y, sin más lejos, el tercer episodio introduce una nota disonante al otorgar la palabra a los asesinos, hoy detenidos, que se muestran profundamente arrepentidos y acongojados... quizás con la expectativa de que una futura apelación de sus abogados derive en una reducción de una pena que, tal como está planteada, resulta justa y ejemplificadora. Para debatir en familia.

Sinopsis de 50 segundos, la serie documental estreno de Netflix

El relato se organiza en dos ejes: por un lado, la reconstrucción minuciosa de los hechos mediante cámaras de seguridadaudios y registros visuales telefónicos; por otro, las voces de quienes estuvieron cerca de Fernando o del proceso judicial. La madre del joven brinda uno de los testimonios más conmovedores al recordar cómo recibió la noticia, mientras que un testigo directo revela que "al principio nadie entendía la gravedad" del ataque. El montaje articula estas voces como capas que profundizan la comprensión factual y emocional del caso, y cada episodio habilita un ángulo distinto —la noche del crimen, la investigación, el juicio— para observar el mismo hecho desde múltiples perspectivas.

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En términos formales, la serie adopta un enfoque austero. Evita el sensacionalismo y prescinde de dramatizaciones excesivas: las entrevistas, iluminadas con sobriedad, permiten que el dolor se exprese sin artificios. En una intervención clave, un perito describe el ataque como un "patrón de agresión continuada" evidente en las imágenes; la miniserie complementa esas explicaciones con esquemas visuales y ralentizaciones que facilitan la comprensión sin convertir la violencia en espectáculo.

El guion de Tatiana Mereñuk, Mariel Bobillo y Julián Troksberg sitúa el caso en un marco sociocultural más amplio. Un especialista en violencia juvenil advierte que "no se trata solo de una pelea desmadrada, sino de un modo de actuar que se replica en ciertos grupos", mientras que otro entrevistado reflexiona sobre cómo la noción de "manada" continúa funcionando como refugio identitario que desplaza la responsabilidad individual. Sin clausurar sentidos, la serie sugiere que el crimen revela tensiones estructurales ligadas a la pertenencia, la impunidad percibida y las dinámicas grupales, aunque no profundiza en taras como el racismo y el clasismo presentes en algunos sectores de la sociedad.

Tráiler de 50 segundos

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