Independencia, Soberanía, temas ausentes en la Agenda Política

Por Jesús Del Valle Contreras*

10 de noviembre de 1845, Batalla de la Vuelta de Obligado, batalla que se convirtió en el símbolo de la resistencia y Soberanía Nacional… Sin embargo, desde otra vuelta, la vuelta de la democracia, vemos políticas de gobierno que traen como consecuencia daño ambiental y con ello pobreza, miseria, hambre, exclusión, desesperanzas, acentuadas en mayor escala ahora, ¿en estos momentos políticos de gobierno nacional…fascista?… porque nadie quiere decir las cosas por su nombre. El fascismo, se muestra en forma descarada, sin tapujos, ante una sociedad donde gran parte de los ciudadanos están adormecidos, anestesiados, negligentes. En este marco, vemos empresas trasnacionales que ejercen su poder, cooptando gobiernos (Poder Ejecutivo y Parlamento) y garantizando su poderío con leyes a su favor. Vivimos como en le Edad Media, con derechos avasallados, traicionados y fuerte coerción social que indican la falta de potestad de nuestro pueblo… y cabe la pregunta: ¿somos Soberanos?.

En este contexto y con otras organizaciones hermanas, estamos defendiendo y construyendo Soberania Alimentaria como un derecho (MAELA). Un derecho colectivo de ciudadanas/nos que conforman el estado. Es el ejercicio del derecho a decidir sobre nuestros alimentos, sobre las modalidades y condiciones de la producción alimentaria y en este sentido, el ejercicio de un derecho primigenio que está en la base de todos los derechos. No hay posibilidades de ejercer la Soberania Alimentaria si no hay respeto también a los derechos territoriales de los pueblos, tal como lo plantean las comunidades campesinas y pueblos originarios. Así, la Soberania Alimentaria es el derecho primigenio y básico del pueblo como detentor del poder políticos y la Soberanía política de un estado que se quiere y se piensa como democrático. La Soberanía Alimentaria es, en definitiva, el sustrato material de la Soberanía popular. Sin ella, no hay posibilidades de pensar en una auténtica democracia.

La idea que la Soberanía Alimentaria (SA) es un derecho colectivo de la población en su conjunto, se aleja en primer lugar, de la idea de un reclamo sectorial, no es un derecho exclusivamente del campesinado y de las poblaciones originarias. En segundo lugar, implica que su violación es algo que está mas allá de la cuestión de quién o quiénes están bien o mal alimentados… la Soberanía Alimentaria se defiende y se construye colectivamente para la población en su conjunto. Si no tenemos SA se pierde la capacidad colectiva de ejercer el control sobre las bases de la producción alimentaria en su conjunto, con sus dimensiones agroecológicas, socioculturales y políticas. Esto es, ejercer el derecho a la tierra, al agua, al crédito, al capital, a la tecnología que sirva a todos, a la educación, a los servicios sociales y a conservar y reproducir las semillas nativas y criollas, un rol fundamental que han tenido y siguen teniendo las comunidades campesinas y originarias.

Sin embargo, vemos que los gobiernos en ARGENTINA apuestan a los agronegocios, al fraking, a la minería a cielo abierto, entre otros. En nuestra provincia siguen insistiendo con avalar los agrotóxicos, la implementación de maquinarias cosechadoras de yerba, entre otros. La implementación de estas malas tecnologías, implica la definición de estos territorios como territorios de saqueo ecológico y de nuestras poblaciones como poblaciones sacrificables, sometidas a perversos mecanismos de experimentación biológica cuyos efectos son ya inocultables: la proliferación de afecciones cancerígenas, perturbaciones en la reproducción, malformaciones y patologías en el crecimiento y desarrollo físico e intelectual de las personas, la emergencia de enfermedades nuevas en la piel, el sistema respiratorio y sistema inmunológico, etc., y de nuevas afecciones virales resultantes de la mutación de los agentes biológicos (los ejemplos a mano son la gripe aviar y la porcina), y el retorno de plagas viejas como la leishmaniasis, el dengue, el paludismo, etc…, como consecuencia de las modificaciones ambientales a gran escala provocadas por este modelo productivo (extractivo), entre otros.

La violencia material exterior física que implica la imposición de este modelo en base a topadores, desalojos, represión y desplazamiento de comunidades campesinas y pueblos originarios que resisten la expulsión, el desmonte masivo y la destrucción de la diversidad biológica, etc., es solo una parte de la violencia colonialista de este esquema. La otra parte es la violencia invisible, la violencia interior, biológica que degrada por dentro de los socio-ecosistemas las condiciones sanitarias de reproducción de la vida, que produce alteraciones y mutaciones sin control y con efectos desconocidos en los propios procesos de reproducción biológica de ecosistemas enteros…

Cabe la pregunta: ¿somos un pueblo soberano?

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Por todo ello, es nuestra lucha y nuestra propuesta: nos sumamos a la defensa y construcción de la SA. Es urgente un cambio de paradigma; es lo que hace que esta construcción no sea solo una construcción particularista del sector mas directa y violentamente afectado (pueblos originarios y comunidades campesinas) sino que se trata de una construcción universalista donde la vida de toda la población presente y de las generaciones futuras se pone en juego.

Nuestro desafío es trabajar en lo local y regional y así, con otros “fuegos de la misma esperanza” reconstruir un estado nacional y provincial, que recobre el manejo de las políticas públicas y fijar nuevas pautas de gobierno que nos permitan ir hacia un cambio de paradigma. Necesitamos un estado en construcción constante, que permita una democracia participativa, donde todos tengamos oportunidad de opinar, participar y decidir, porque esto hace a la dignidad de la vida de los pueblos, tratando de salir de la órbita de los mercados internacionales.

Recién ahí podremos hablar de independencia, libertad, soberanía, porque estaremos en un país justo, libre y soberano. Mientras tanto… sigue la lucha, perdiendo los miedos que paralizan el diálogo, ejerciendo la resistencia que es legítima y construyendo indeclinablemente Soberanía Alimentaria, el derecho primigenio de todos los derechos.

*Ingeniera Agrónoma; Colectivo Semillas Autoconvocadas MAELA (Movimiento Agroecológico de América Latina y El Caribe) Montecarlo. Misiones

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